Todos tenemos
una idea de nosotros mismos a la que solemos llamar autoestima. Lo que no
solemos tener tan claro es que esa imagen se formó, en gran medida, durante
nuestra infancia en base a nuestras experiencias y a la opinión de la gente
importante para nosotros. Es decir, que un niño va a ir construyendo el
concepto de sí mismo según lo que le transmita el adulto de referencia.
Por ejemplo,
dos niños de 7 años, Mikel y Jon, sacan la misma nota en inglés, un 7. Los dos
van juntos a la piscina y les gusta mucho el futbol. Los dos comparten aficiones y han sacado la
misma nota, pero el padre de cada uno reacciona
de una forma diferente. El Padre de Mikel está muy contento con la nota de su
hijo, le apoya, le motiva y le da la enhorabuena por el resultado. En cambio,
el padre de Jon está enfadado por la nota de su hijo en inglés, le dice que
tiene que ser más responsable y que si sigue a así no va a lograr nada en su
vida.
¿Cómo
evolucionará la autoestima de cada niño? ¿Por qué? ¡Si hacen lo mismo!
¿Quién tiene
razón? Pues depende de la persona que dé su opinión, de sus gustos y
preferencias. Esto es sólo un ejemplo de cómo la misma situación puede suponer
cosas distintas para dos padres que intentan transmitir sus valores a sus
hijos. La opinión de los padres está basada en sus creencias y en lo que ellos
han vivido, y por su puesto los dos quieren lo mejor para sus hijos.
Por eso
decimos que, en gran medida, nuestra autoestima es aprendida. Desde pequeños
“recogemos lo que nos dicen que somos”,
lo calificamos y el resultado es nuestra autoestima. Pero el resultado
de esa evaluación puede estar equivocado porque depende de la opinión subjetiva
y personal de los demás y de la manera en la que fuimos educados.
La autoestima de una persona no refleja lo
que la persona es, si no lo que esa persona cree que es.
Por eso, si
una persona tiene una baja autoestima probablemente sea el resultado de unas
ideas y creencias equivocadas que le han sido transmitidas desde la infancia y
que a lo largo de su vida se han ido generalizando. De esa manera, cada vez que esa persona se
plantea hacer algo y no lo consigue, la
creencia negativa de sí misma se hace más fuerte. Por lo que se confirma su
idea.
Pero eso no
significa que tenga que ser así para el resto de su vida. La autoestima se
puede trabajar y fortalecer.
Podemos decir
que una autoestima sana es:
- Conocernos a nosotros mismos.
- Conocer tanto lo positivo como lo negativo de nosotros mismos.
- Aceptarnos incondicionalmente, independientemente de nuestros logros o limitaciones.
- Actitud de respeto y consideración positiva hacia uno mismo
- Tener una visión del yo como potencial, es decir, considerando que somos más que nuestros comportamientos y rasgos y que estamos sujetos a cambios. Saber que podemos aprender a dirigirnos hacia estos cambios y desarrollar nuestro potencial.
- Relacionarnos con los demás de forma eficaz y satisfactoria.
- Buscar nuestra felicidad y bienestar.
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